AMOR EN EL MUNDO ANTIGUO I
Empezamos con unas declaraciones de amor, de Propercio y de Catulo:
«Ninguna mujer, sin embargo, se mete de buen grado sola en el lecho. Hay algo que Amor os hace desear. El deseo es más intenso cuando están separados los amantes: una prolongada intimidad enerva a los enamorados asiduos» (Propercio, II, 33).
«Me retienen las palabras de mi amada, que se abraza a mí con el rostro demudado, y sus súplicas lastimeras. Cada noche me repite insistentemente su pasión por mí, y, si me marcho, se queja de que los dioses no existen. Afirma que ya no es mía y profiere las acostumbradas amenazas de una amante irritada con su ingrato compañero. Yo, ante tales palabras, soy incapaz de mantenerme firme un solo instante: ¡ah, que se muera quien pueda amar sin alterarse!» (Propercio, 1, 6).
«Me preguntas, Lesbia, cuántos besos tuyos bastarían para saciarme. Tantos como los granos de arena que cubren en Libia el desierto de Cierne (...); tantos como las estrellas que, en el silencio de la noche, observan los furtivos amores pie los mortales: tantísimos son los besos que tendrías que (lar al enloquecido Catulo para sentirse saciado. Tantos que no puedan contarlos los curiosos ni echarnos un maleficio con su lengua envidiosa» (Catulo, 7).
"Oh soberano, compañero de juegos
de Eros seductor y de las Ninfas
de párpados azules y de la puepúrea
Afrodita, tú que recorres
las elevadas cumbres de los montes.
A ti te imploro , y tú benévolo
acúdenos a escuchar
nuestro ruego agraciada.
Sé tú de Cleobulo un buen
consejero, y que acepte,
oh Dioniso, mi amor" (An. 2 D)
"A Cleobulo yo amo,
por Cleobulo enloquezco,
de Cleobulo ando prendado" ( An. 3D)
"De nuevo amo y no amo,
y deliro y no deliro" (An. 79 D)
Lucrecio, De la naturaleza de las cosas, 1409, hace una reflexión sobre el nacimiento del amor en la pubertad:
LA PUBERTAD Y EL AMOR
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