miércoles, febrero 21, 2007

FERALIA- TÁCITA


Los romanos celebraban el 21 de Febrero unas festividades de honor a los difuntos, FERALIA y LA DIOSA TÁCITA.

Para entender mejor cuáles eran las acciones que se llevaban a cabo en ese día, lo mejor será acudir a las fuentes clásicas, en este caso Ovidio, Fasti, II, 534 y ss:

“Aplacad las almas de los padres y llevad pequeños regalos a las piras extintas. Los manes reclaman cosas pequeñas; agradecen el amor de los hijos en lugar de regalos ricos. La profunda Estige no tiene dioses codiciosos. Basta con una teja adornada con coronas colgantes, unas avenas esparcidas, una pequeña cantidad de sal, y trigo ablandado en vino y violetas sueltas. Pon estas cosas en un tiesto y déjalas en medio del camino. No es que prohíba cosas más importantes, sino que las sombras se dejan aplacar con éstas; añade plegarias y las palabras oportunas en los fuegos que se ponen. Eneas, promotor idóneo de la piedad, trajo estas costumbres a tus tierras, justo Latino. Llevaba regalos rituales al Genio de su padre; de él los pueblos aprendieron los ritos piadosos. Mas hubo una época, mientras libraban largas guerras con las armas batalladoras, en la cual hicieron omisión de los días de los muertos. No quedó esto impune, pues dicen que, desde aquel mal agüero, Roma se calentó con las piras de sus suburbios. Apenas puedo creerlo; dicen que nuestros abuelos salieron de sus tumbas, quejándose en el transcurso de la noche silenciosa. Dicen que una masa vacía de almas desfiguradas recorrió aullando las calles de la ciudad y los campos extensos.


Después de ese suceso, se reanudaron los honores olvidados de las tumbas, y hubo coto para los prodigios y los funerales. Mientras tienen lugar estas ceremonias, tened paciencia, jóvenes sin marido; que la tea de pino [referencia al matrimonio] aguarde días puros y que la horquilla ganchuda no arregle tu pelo de doncella que parecerá madura a su madre ansiosa. Guarda tus antorchas, Himeneo, y retíralas de los negros fuegos. Los llorados sepulcros disponen de otras antorchas. Que los dioses también se oculten tías las puertas cerradas de los templos, que los altares pasen sin incienso y las fogatas permanezcan sin fuego. Ahora andan vagando las almas sutiles y los cuerpos enterrados en los sepulcros; ahora se nutren las sombras del alimento servido. Pero esto no dura más que los días que quedan del mes que son los pies que tienen mis versos . A este día lo llamaron Feralia [de fero: “traer”] porque trae las exequias. Es el último día para propiciar a los Manes.”



EL ÚLTIMO DÍA DE LAS FERALIA SE CELEBRABA UNA FIESTA EN HONOR A LA DIOSA TÁCITA

Veamos la descripción de un encantamiento

“He ahí que una vieja cargada de años se sienta entre las muchachas y cumple con el rito de Tácita [“diosa silenciosa] aunque ella misma no se está callada (taceo), y coloca en la parte del umbral tres granos de incienso con tres dedos, en el punto donde un minúsculo ratón se ha abierto un camino oculto. A continuación ata un trompo encantado a un trozo de plomo oscuro, y remueve en la boca siete habas negras, y quema al fuego la cabeza de un pececillo que ha untado de alquitrán y cosido atravesándolo con una aguja de cobre. También vierte vino; el vino que queda se lo bebe o ella misma o las acompañantes, aunque ella más. «Hemos amordazado las lenguas de los enemigos y las bocas hostiles», dice la vieja conforme se va, saliendo borracha. Ahora querrás saber por mí quién es la diosa Muta. Aprende lo que me es conocido por los viejos de antaño. Júpiter, vencido por el amor desmesurado de Yuturna, aguantó mucho, lo insufrible para un dios de su categoría. Ella, ora se ocultaba entre los avellanares de la selva, ora saltaba a las aguas, con ella emparentadas. Júpiter reunió a las ninfas, cuales quiera que habitaban en el Lacio, y les espetó las siguientes palabras en medio del corro: «Vuestra hermana tiene celos de sí misma y evita acostarse con el dios supremo, cosa que le sería provechosa. Ocuparos de los dos, pues si mi placer ha de ser grande, grande será el beneficio de vuestra hermana. Cuando eche a huir, poneos delante de ella al borde de la orilla para que no zambulla el cuerpo en el agua del río». Esto dijo. Todas las ninfas del Tíber asintieron y también las que agasajan tu tálamo, divina Ilia. Casualmente había una náyade, de nombre Lara, aunque su nombre antiguo tenía la primera sílaba duplicada por error. Almón le había dicho muchas veces: «Hija, contén la lengua», pero ella no la contenía. Así que dio con el lago de su hermana Yuturna, le dijo: «Aléjate de las orillas», y le refirió las palabras de Júpiter. También visitó a Juno y le dijo, compadeciéndose de las casadas: «Tu marido está enamorado de la náyade Yuturna». Júpiter se encolerizó y arrancó a la náyade la lengua de que se había servido imprudentemente, y llama a Mercurio: «Llévatela donde los Manes; ese es el lugar apropiado para los silenciosos. Será ninfa, pero ninfa de la laguna soterrada». Se cumplen las órdenes de Júpiter. El bosque acogió a los que llegaban; se cuenta que ella entonces resultó del agrado del dios que la conducía. Éste se aprestaba a la violencia, ella suplicaba con el rostro sustituyendo a las palabras, esforzándose en vano por hablar con su boca muda. Quedó embarazada y parió dos gemelos: los Lares, que guardan y vigilan siempre las encrucijadas de nuestra ciudad”



Curate ut valeatis!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una de las mejores historias que pude leer, considero que es una narración con moraleja que nos indica la importancia de la discreción... No cabe duda que la ficción es lo más cercano a la realidad¡

Charo Marco dijo...

Muchas gracias por tu comentario. Tienes mucha razón, la ficción, la mayoría de la veces, está próxima a la realidad.
Saludos