De nuevo cerramos el trimestre con una representación teatral en latín. Desde que se puso en escena la última obra, la inolvidable Dorippa et Lydia han sido innumerables las peticiones del público para ver de nuevo a un elenco teatral tan distinguido.
Esta vez las actrices se han decantado por un cuento bien conocido, "CAPERUCITA ROJA", cuyo texto en latín nos fue proporcionado por Fernando Lillo (versión más elevada) y por Luís Inclán (versión más sencilla).
¡Muchas gracias a ambos!.
La versión latina del mencionado cuento, bajo el nombre de "CAPERULA RUBRA", ha sobrepasado las expectativas de éxito y de críticas.
Desde su aparición en escena, los dorados rizos de Ana Valiente (en el papel de Caperula), cubiertos por una hermosa capa rojiza, que le daba un aspecto curioso a medio camino entre una reina y un mosquetero, arrancaron del público asistente entusiastas comentarios que no hicieron sino recordar pasados momentos de gloria de la misma actriz en anteriores obras teatrales en las que, con el papel de Medus, cimentó su bien merecida fama.
No menos vigor pudo apreciarse en la actuación de la
abuelita, interpretada por
Mireia Sánchez, cuyo aspecto respondía efectivamente al de un ser desvalido y achacoso gracias al espléndido efecto de una bien diseñada peluca y de unos lentes apropiados.
Sandra López, en el papel del malvado lupus, logró asustar no sólo a la abuelita, sino a todos los presentes, y no fue el menor de sus logros el que, tras engullir a la abuelita, la propia Caperula no se percatara de los rasgos perrunos que parecía haber adquirido su querida y tristemente eliminada abuela, y eso que contaba con los inapreciables consejos del cazador, magistralmente interpretado por Noelia López, cuyo amor filial se vió temporalmente olvidado, especialmente en los momentos en que se dedicó con ahínco a descargar eficaces golpes a su hermana trastocada en lobo.
Interpretando a la mater de Caperula, hemos podido observar boquiabiertos el nacimiento de una nueva estrella en el firmamento teatral; nos referimos a Alexandra Ciocoiu, hábil intérprete donde las haya.
A medida que la obra se desarrollaba, el público aumentaba su entusiasmo ante las frases latinas que, bien aprendidas, hicieron las delicias de los asistentes.
Al bajar el telón, las actrices recibieron una tremenda ovación, gesto al que decorosamente respondieron permitiendo al público efectuar las preguntas que consideraran oportunas.
De un mudo asombro ante tan generosa concesión se pasó a un aluvión de fotografías y de preguntas y no fue la menos escuchada de todas cómo había sido posible llevar los ensayos en secreto durante tanto tiempo.
Por otra parte, podemos suponer que el éxito de la obra no se extendió tan sólo entre el colectivo humano sino que afectó también a otras formas de vida, un hecho claramente ilustrado por la inesperada irrupción en una sala de conferencias cercana de un
pequeño pájaro, ansioso de contemplar el espléndido espectáculo de
Caperula Rubra. Quizás el enojo que causó en el animal el que la representación hubiera terminado ya, sin su presencia, o quizá por la falta de delicadeza del grupo teatral que se negó en redondo a una segunda representación para un público de naturaleza animal ("¡
hasta ahí podíamos llegar!" se escuchó de labios de la propia
Caperula), la mencionada
avis demostró poseer unos modales bien diferentes de la discreta
ave Fénix y no partió sin dejar una viscosa impronta de su fugaz paso por la sala.
No podemos terminar esta crónica sin mencionar la presencia, tras la representación, de la directora de la obra que agradeció los calurosos aplausos de los concurrentes y prometió una nueva cita teatral en el último trimestre de la temporada.
Curate ut valeatis!
N.B: Podéis ver más imágenes de la representación
aquí.Desde Calíope, dar las gracias al alumnado de Primero de Bachillerato por su interés y actitud.