AVE FENIX-ΦΟΙΝΙΞ
Ayer surgió la expresión: "Renacer como el ave Fénix", veamos quién era, qué autores clásicos hablan de ella y su leyenda.
EL AVE FÉNIX-ΦΟΙΝΙΞ
¿QUIÉN ERA?
"El fénix es un ave fabulosa originaria de Etiopía, cuya leyenda está relacionada en Egipto con el culto al sol. "
"El fénix es un ave fabulosa originaria de Etiopía, cuya leyenda está relacionada en Egipto con el culto al sol. "
Su nombre procede del griego φοῖνιξ que significa "de color púrpura".
"El aspecto general del fénix es el de un águila, aunque de tamaño considerable. Su plumaje ostenta los más bellos colores: rojo de fuego, azul claro, púrpura y oro. Los autores no están de acuerdo sobre la distribución de estos matices en el cuerpo, aunque todos afirman que el fénix es infinitamente más hermoso que de los pavos reales."
Pierre Grimal, Diccionario de mitologia griega y romana. Paidós, 1982.
Págs. 196-197
FUENTES CLÁSICAS
Heródoto es el primero en hablarnos del ave fénix:
“Pero todavía hay otra ave sagrada, la llamada fénix. Yo la he visto solamente en pinturas, pues acude a ellos muy de tarde en tarde, sólo cada quinientos años, según dicen los de Heliópolis, y sólo acude a ellos, afirman, cuando se les ha muerto el padre. Si se parece a sus pinturas, he aquí su tamaño y su aspecto: de sus plumas, unas son de color de oro, otras rojas en contorno y en tamaño se parecen muchísimo al águila. De esta ave cuentan, pero yo soy incapaz de creérmelo, que hace lo siguiente: levanta el vuelo en Arabia y lleva al santuario del Sol el cadáver de su padre, que ha recubierto de mirra, y lo entierra en él. Y lo traslada así: primero modela un huevo de mirra que ella misma sea capaz de sostener, y prueba si puede llevarlo: cuando ya lo ha comprobado suficientemente, vacía el huevo y mete a su padre dentro y cierra con más mirra el orificio por donde ha abierto el huevo y ha metido a su padre dentro. Cuando el padre esta dentro, el huevo pesa lo mismo que pesaba antes, y envuelto así el ave fénix lo traslada a Egipto, al santuario del Sol. Esto es lo que dicen que hace esta ave.”
Heródoto, Historia, II, 73. página 228.
También nos habla del fénix Ovidio, en sus Metamorfosis:
…”Sólo hay un ave que se vuelve a sembrar y a generar a sí misma: los asirios la llaman fénix. No se alimenta de cereales ni de hierbas, sino de lágrimas de incienso y del jugo del amono; cuando ha cumplido cinco siglos de vida, al punto sube a las ramas más altas de una cimbreante palmera y con sus garras y su pico incontaminado se construye un nido. En cuanto ha recubierto el fondo con casia y espigas de suave nardo, con canela desmenuzada y con rubia mirra, se tiende encima y termina su existencia inmerso en perfumes. Entonces, dicen, del cuerpo del padre renace un pequeño fénix que ha de vivir otros tantos años. Cuando la edad le ha dado fuerzas y es capaz de soportar la fatiga, libera las ramas del elevado árbol del peso del nido, y devotamente se lleva lo que fue cuna suya y sepulcro paterno; tras llegar a través del aire ligero a la ciudad de Hiperión, lo deposita en el templo de Hiperión ante las puertas sagradas.”
…”Sólo hay un ave que se vuelve a sembrar y a generar a sí misma: los asirios la llaman fénix. No se alimenta de cereales ni de hierbas, sino de lágrimas de incienso y del jugo del amono; cuando ha cumplido cinco siglos de vida, al punto sube a las ramas más altas de una cimbreante palmera y con sus garras y su pico incontaminado se construye un nido. En cuanto ha recubierto el fondo con casia y espigas de suave nardo, con canela desmenuzada y con rubia mirra, se tiende encima y termina su existencia inmerso en perfumes. Entonces, dicen, del cuerpo del padre renace un pequeño fénix que ha de vivir otros tantos años. Cuando la edad le ha dado fuerzas y es capaz de soportar la fatiga, libera las ramas del elevado árbol del peso del nido, y devotamente se lleva lo que fue cuna suya y sepulcro paterno; tras llegar a través del aire ligero a la ciudad de Hiperión, lo deposita en el templo de Hiperión ante las puertas sagradas.”
Ovidio, Metamorfosis, XV, página 490.
Tácito, el historiador romano escribió lo siguiente:
“Durante el consulado de Paulo Fabio y Lucio Vitelio , tras un largo ciclo de siglos, llegó a Egipto el ave fénix, proporcionando ocasión a los más doctos de aquella tierra y de Grecia para muchas observaciones sobre aquel hecho maravilloso. Deseo decir algo sobre los puntos en que concuerdan y sobre otros -los más- que resultan ambiguos pero que merecen co nocerse. Este animal está consagrado al Sol, y cuantos han representado su figura están de acuerdo en que por su cabeza y el color de su plumaje se diferencia de todas las demás aves; sobre el número de sus años hay varias opiniones. Se habla con mayor frecuencia de un período de quinientos, pero hay quienes fijan el intervalo en mil cuatrocientos sesenta y uno; dicen que las aves anteriores se vieron la primera vez en el reinado de Sesosis, luego en el de Amasis, después en el de Ptolomeo, tercer rey descendiente de los Macedonios, volando hacia la ciudad que lleva por nombre Heliópolis y acompañadas por un gran cortejo de otras aves, admiradas del insólito aspecto del fénix. Pero los tiempos antiguos resultan oscuros; entre Tolomeo y Tiberio pasaron menos de doscientos cincuenta años. De ahí que muchos consideraran falso este fénix, que no procedía de tierra de Arabia y que no había hecho ninguna de las cosas documentadas por la memoria de la antigüedad. Y es que al completar el ciclo de sus años, cuando la muerte ya se le acerca, se dice que construye su nido en su tierra y que le infunde la energía generadora de la que surge su sucesor; que cuando éste se desarrolla se ocupa ante todo de sepultar a su padre, y no de cualquier manera, antes bien, que toma una carga de mirra, y tras haberse experimentado en largas peregrinaciones, cuando es capaz de llevarla y se siente capaz para el viaje, toma sobre sí el cuerpo, lo transporta al altar del Sol y allí lo quema. Todo esto es incierto y está exagerado en términos fabulosos; por lo demás, no se duda de que alguna vez se ve tal ave en Egipto”.
Tácito, Anales, VI, 28, pág 366.
LEYENDA DEL AVE FÉNIX
"La leyenda del fénix concierne sobre todo a la muerte y el renacer del ave. Es única en su especie y, por tanto, no puede reproducirse como los demás animales. Cuando el fénix siente aproximarse el fin de su existencia, acumula plantas aromáticas, incienso, cardamomo, y fabrica con todo ello una especie de nido. Al llegar a este punto, las tradiciones de los mitógrafos toman dos direcciones distintas: unos afirman que el ave prende fuego a esta olorosa pira y que de sus cenizas surge un nuevo fénix; según otros, el ave se acuesta en el nido así formado y muere impregnándolo de su semen. Entonces nace el nuevo fénix y, recogiendo el cadáver de su padre, lo encierra en un tronco de mirra hueco, que transporta luego hasta la ciudad de Heliópolis, en el Egipto septentrional y lo deposita en el altar del Sol, donde los sacerdotes del dios cuidarán de incinerarlo. Es el único momento en que el fénix aparece en Egipto.
Dícese que llega escoltado por una banda de aves diversas que parecen rendirle honores y vuelan respetuosamente a su alrededor. Una vez ha alcanzado el altar del sol, el ave planea un instante en el aire, en espera de que se presente u sacerdote. Cuando ha llegado el momento, éste sale del templo y compara el aspecto del ave con un dibujo que lo representa en los libros sagrados. Sólo entonces se procede a quemar solemnemente el cadáver del viejo fénix. Terminada la ceremonia, el fénix joven reemprende el vuelo hacia Etiopía, donde vive alimentándose de gotas de incienso hasta el términod e su existencia. "
Pierre Grimal, Diccionario de mitologia griega y romana. Paidós, 1982.
Págs. 196-197
Págs. 196-197
El eterno retorno...
Finis!
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